viernes, 25 de septiembre de 2009

I. El Viejo Molina

Cuando yo miraba los gallitos
allá, sobre las chapas
y ellos
así, como si nada
caían enredados en las hojas
del patio

Cuando las pelotas rebotaban
en el pasto
y mis manos
cortaban otro pedazo más
de alambre
y el racimo colgaba
de ahí
y después
en la boca, la fruta

Cuando el vaso se llenaba
y afuera
bailaba ella con caderas de ganas
y los ojos dejaban lo real
y ella
se movía
como Salomé en el cuadro del nono

Cuando vino el primero
y el segundo y el tercero
y el cuarto y el quinto y el sexto
y ya no estábamos solos
con las fauces abiertas
que pedían comida

Cuando en las noches te dormías
y me abrazabas
y en la mañana
estaba con el más chico el campo
tiritando de frío
y con las patas desnudas

Cuando se lo llevaron preso
y la Tere se fue a la ciudad
y después la Marta con los chicos
y después, después
y la casa más vacía

Cuando me agarró sentado
la vejez
una tarde
y caí
y cerré
y ya no pude ni chau
y después la foto
que todos miraban
porque ni del rostro se acordaban.

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